sábado, 14 de mayo de 2011

ARGUEDAS Y LA UTOPÍA ANDINA / Alberto Flores Galindo

ARGUEDAS Y LA UTOPÍA ANDINA(*)

Alberto Flores Galindo





José María Arguedas



(Fragmento)

...Los “zorros” fue primero una investigación antropológica, una investigación sobre el fenómeno de la migración. Arguedas hizo un proyecto de investigación, lo fundamentó, y de la Universidad Agraria donde trabajaba consiguió en 1965 el financiamiento que le permitió disponer de un automóvil, ir constantemente a Chimbote, recorrer sus barriadas, imaginar encuestas que nunca llegó a hacer y entrevistas que tampoco hizo, salvo cinco realmente capitales. Empezó desde la vertiente antropológica, del lado que partía del mundo andino. Sea por la desavenencia con los intelectuales, o por descubrir que esos instrumentos no eran útiles para entender lo que pasaba, el proyecto antropológico se fue convirtiendo en una novela. Esto no quiere decir que se olvidara del proyecto antropológico. Lo original de El zorro...,como han observado algunos críticos, está en que es algo muy diferente de una obra convencional.

El proyecto antropológico se mantuvo ahí latente, mientras surgía la idea de escribir una novela. Reapareció un antiguo recuerdo. En los años 40, de regreso de Sicuani, vio cómo el puerto de Supe era trastocado por la llegada de la harina de pescado, Desde entonces, había imaginado la posibilidad de escribir una novela que tuviera como escenario un puerto. Recién en los años 60, este proyecto antropológico le abrió la posibilidad de llegar a Chimbote y de ver una ciudad que había crecido de la noche a la mañana. Una inmensa y gigantesca barriada en la que se podía encontrar gentes de todas partes del Perú, todos los acentos posibles del quechua, todas las formas del comportamiento, todos los hábitos posibles. Pero donde además estaba surgiendo algo nuevo. Algo que ya no era la reproducción de las categorías y de las formas de vida que los migrantes habían dejado en sus lugares de origen.

En 1967, en una carta dirigida a su editor Losada, en Argentina, le dice lo siguiente: “Yo en cincuenta y seis años, he cambiado don Gonzalo, desde el puro mito, desde lo mágico casi total, hasta lo que parece ser el siglo XXI. No es fácil sobrevivir a un cambio, a un proceso de cambio tan feroz. No he sobrevivido aún del todo. Por eso necesito ir a Montevideo, pero si alcanzo a recuperar las fuerzas, puedo contar un buen cuento, como para entretener a la gente, al modo de Los cien años de soledad, pero con otros elementos”.



Hay una serie de otros elementos y circunstancias que omito mencionar, pero este proceso de elaboración de los “Zorros” va a ser un proceso conflictivo en el mundo interior de Arguedas, acompañado de insomnios prolongados que lo obligan a recurrir a diversos psiquiatras en el Perú, en Santiago de Chile, en Montevideo, que lo obligan a hacer viajes que a veces, lejos de tranquilizarlo, lo ponen en un estado más tenso.

Al mismo Losada le dice: “No le habría escrito esta carta, si no hubiera logrado armar el esqueleto de la novela”. Decíamos, al principio, que una parte de su obra eran estas confidencias. Encontramos al final de la obra de Arguedas en los “Zorros”, que las diversas vertientes van confluyendo. El Arguedas antropólogo se va encontrando con el Arguedas novelista y con el Arguedas que se alimenta de sus vivencias, de su autobiografía. Se va encontrando también con los otros, y aparecen estas cartas.

La interrogante es que en la versión final las cartas son incorporadas a la novela, y que la novela estará estructurada alrededor de los diarios que este hombre escribe al borde de la muerte. Pero alrededor de los diarios surge también la descripción de Chimbote. Estamos ante algo distinto. No encontramos un nombre para denominarlo. Mezcla de ficción con autobiografía y con ensayo, Además, esto es lo final de El Zorro..., Quiere sostener y argumentar una teoría acerca de la novela.
. . . . .
Primero es el Arguedas que quiere ser aceptado por el mundo culto y erudito, el que quiere hacer una novela que tenga tanto éxito como las novelas del boom. Hay cartas de Arguedas dirigidas a Barral, el editor de Barcelona, Ha pasado por la relativa humillación de ser presentado a este editor por un hombre demasiado joven como lo era Vargas Llosa, quien conocía a Barral y era difundido en el exterior cuando Arguedas no salía de las fronteras nacionales. Ahora Arguedas ya ha sido editado en España. Pero entonces quería salir de las fronteras nacionales. Quería ser un autor como García Márquez. Después se da cuenta –y esto aparecerá en los diarios- que él no puede ser un autor como los del boom. Él no puede ser un autor como Cortázar. Él es otro tipo de escritor porque, además tiene otro tipo de público y vive en otro tipo de sociedad.

Su obra está, pues, en medio de estas tensiones intelectuales. ¿Cómo fusionar el ensayo, la novela y el testimonio? ¿Cómo dar forma a este mundo que llegó a denominar, en una carta dirigida a Jhon Murray, con una expresión metafórica ¿los hervores de Chimbote?




Chimbote es una olla enorme donde se ha echado de todo.
Una de esas parihuelas que preparan los pescadores,
y está hirviendo y no se sabe exactamente que va a salir,
ni que sabor va a tener.




“Me ha costado más de un año armar y desarmar incontables veces la traducción de los maravillosos mitos quechuas recogidos por el padre Ávila, a principios del siglo XVII en la provincia de Huarochirí; me dejaron así, sin fuerzas y determinaron, en gran parte, que se desencadenaran las circunstancias que me llevaron a ese malhadado occidente” (se refiere indirectamente al anterior intento de suicidio). “Pero en la entraña de esos mitos he encontrado la clave que revolvió la mañana en que había convertido el plan de mi nuevo relato”.

Esta clave es otro punto de encuentro entre el Arguedas antropólogo y el Arguedas novelista.

El Arguedas antropólogo es el hombre que ha descubierto mitos, que ha descubierto otras versiones del “Inkarri”, que ha hecho traducciones del quechua al español, por ejemplo, de los relatos de Avila. Este Arguedas antropólogo se encuentra en la novela con el Arguedas novelista. Un elemento vertebral en la novela es un relato que procede, a su vez, de un relato recogido oralmente por Avila a principios del siglo XVII en Huarochirí. Un cuento que refiere el encuentro de dos zorros: un zorro de arriba y un zorro de abajo, un zorro de la costa y un zorro de la sierra. El diálogo de los dos zorros será uno de los elementos o, si se quiere, el elemento vertebrador de la novela.

En alguna medida, esta novela también puede ser leída en términos de contraposiciones y disyunciones que plantean las novelas de Arguedas. Así, por ejemplo, el zorro de arriba puede identificarse con los ricos, con el poder, con la civilización, mientras que el zorro de abajo se puede identificar con los pobres, con los que no tienen poder, con la gente del pueblo y con los indios.

Pero hay otra lectura posible de la novela, donde el zorro de abajo aparece identificado con las hondonadas, con la tierra, con la muerte. Mientras el zorro de arriba son los serranos, es el quechua, el de abajo son los costeños, es el español. Pero, entre unos y otros hay elementos que los comunican como, por ejemplo, un cerro en Chimbote que evoca las huacas andinas, o el humo de las chimeneas de Chimbote que, por su forma vertical, evoca también la comunicación entre el mundo de abajo y el mundo de arriba. Hechas estas lecturas, quedan a medio camino los personajes que reciben la calificación de cholos, mestizos y vagabundos, personajes que Arguedas califica a veces como “amamarrachados”, que no tienen forma, Personajes intermedios que no tienen cabida en estas contraposiciones.

Lo cierto es que hay pasajes de la novela donde pareciera que hay que optar por uno de los zorros. pero hay otros donde, por el contrario, el ideal es la fusión de ambos. Por ejemplo, en uno de los diarios, refiriéndose a Gustavo Gutiérrez, dice como rasgo positivo: “te parecías a los dos zorros, Gustavo”. En otro momento dice de Edmundo Murrugarra, dirigente político: “tiene la cara de los dos zorros”, como algo positivo. Pero también a medida que la novela avanza, los zorros tienden a contraponerse. Esto aparece en forma más evidente en el discurso crítico que la novela sugiere, por ejemplo acerca de las posibilidades de la teología de la liberación y en la exaltación final de la figura del Che Guevara en que la novela deriva.

Para entender esto, hay que considerar también la presión política que los estudiantes de la Universidad Agraria ejercían sobre Arguedas. En una carta de 1967 dirigida a una escritora francesa, cuando empezaba esta empresa de los zorros, Arguedas hace una de sus reflexiones políticas más explícitas, sólo comparables con las que intercambiará con Hugo Blanco. ¿Pertenecer a cuál partido peruano?, dice “Existe el comunista moscovita, junto al cual me formé en mi juventud y que devino en conservador, dirigido por individuos profesionales, corrompidos hasta el tuétano, casi todos, existen unas cinco ramas del trostkismo y unas tres del comunismo castro-chinista (una versión todavía no completamente bien definida y adaptada de estas nuevas corrientes. que ha logrado renovar la izquierda en el Perú)”. Esto lo dice entre paréntesis y está pensando aquí en el movimiento Vanguardia Revolucionaria que surge en 1965 y que gana adeptos entre profesores y alumnos de la Universidad Agraria, que asisten a sus cursos, conversan con él y lo interrogan constantemente. “Leo sus manifiestos, conozco a sus principales dirigentes, algunos de ellos me entusiasman y los estimo muchísimo, me complace comprobar que sigo conservando ni ánimo juvenil –tengo 56 años-, que puedo alternar con estos heroicos jóvenes, a quienes decepcioné hace tres años al haber aceptado un cargo relativamente importante en el gobierno, pero al cual renuncié a los diez meses. Sigo creyendo que pertenecer a un partido en estos países, excluye al intelectual: lo hace blanco de la enemistad prejuiciosa. de los militantes de otros partidos“ . Decía esto en 1967. Pero prosiguen las presiones de los estudiantes; son los años de la guerra con Vietnam. Surge por entonces otro Arguedas, el Arguedas poeta, Escribe poemas a Cuba, viaja a La Habana y lo emocionan estos jóvenes que han hecho la revolución. La revolución cubana era, por esencia, una revolución de jóvenes. Jóvenes absolutamente improvisados que se lanzan a la aventura de construir una nueva sociedad. Lo emociona el contacto con este mundo. Lo emociona también el Vietnam. Por entonces realiza un viaje a los Estados Unidos y se desilusiona muy fuertemente de la sociedad norteamericana. En el avión de regreso de los Estados Unidos escribe un testimonio sumamente crítico sobre esa sociedad.

Arguedas comienza a experimentar cada vez más estas presiones políticas. Ellas van a influir en la elaboración de El Zorro... junto con las angustias personales y la necesidad de elaborar una obra literaria que diera cuenta de esta sociedad nueva que estaba apareciendo en el Perú. La única forma de hacerlo era rompiendo con los moldes clásicos, con las separaciones de las cuales el propio Arguedas había sido víctima a través de su vida. Era buscando las conexiones entre la poesía y el relato, entre la obra de ficción y el ensayo de interpretación, entre la novela y el estudio antropológico. Era buscando construir algo que, en los primeros pasajes de la novela, aparece como menospreciado, es decir una obra que fuera radicalmente inédita y nueva. Una obra que fuera como esa cultura mestiza. Una novela que pudiera ser “amamarrachada”, empleando justamente uno de los términos con los que Arguedas se refiere a los mestizos. Una obra, finalmente, que rompiera con los cánones convencionales de la novela y que fuera un texto radicalmente diferente. Que en esto Arguedas tuvo Arguedas no cabe la menor duda, para algunos autores. Por ejemplo, Martín Lienhard, autor de un libro muy importante sobre Arguedas, Cultura popular andina y forma novelesca, dice que “Con un balazo como punto final, El Zorro abandona el terreno de la literatura practicada como juego y abre una interrogación sobre la posibilidad y la oportunidad de la escritura novelesca en un país como el Perú”.

El Zorro... significa la ruptura de los moldes tradicionales de la novela. Esta ruptura es la irrupción del mundo andino y de la cultura popular, a través de Arguedas, en una forma burguesa y europea que es la novela. La imagen de la cultura andina aparentemente sitiada, asediada y confinada a un rincón, ha sido rota. Rota, por lo menos en este caso y en esta obra en particular. (Ojo: Ultimo diario).

Sometido a las presiones políticas que hemos reseñado, Arguedas ha llegado a una conclusión: que aquí, en el Perú, ya no basta con hablar o escribir sobre el mundo andino. Que el Apocalipsis y el momento milenario están cada vez más cercanos y que hay que poner punto final a todo.

En el último diario se sella prácticamente la novela, Arguedas dice lo siguiente: “... Quizá conmigo empieza a cerrarse un ciclo y abrirse otro en el Perú y lo que él representa... se abre el de la luz y de la fuerza liberadora invencible del hombre de Vietnam.”.

Arguedas llega a la conclusión de que él y la gente de su generación han fracasado. El texto ha sido leído como que termina el mundo andino y empieza el mundo occidental. Podría leerse también de otra manera: que los hombres de su generación han fracasado. Que ahora es el turno de los “heroicos jóvenes”, que son los términos en los que él se refiere a los alumnos de la Agraria. Que es una época de acción en la que hay que cambiar realmente las cosas y dejar de hablar de ellas o escribir sobre ellas.

Por eso creo en Lienhard tiene razón cuando dice: “La continuación de El Zorro no podrá ser literaria, sino política; la hará el lector colectivo que crece poco a poco, míticamente, en actor de la historia”.

Volviendo a las cartas intercambiadas con su editor Losada, en una de ellas Arguedas le decía lo siguiente: “Ahora el Zorro de Arriba empuja y hace cantar y bailar, él mismo, o está empezando a hacer danzar el mundo como lo hizo en la antigüedad la voz, y la tinya de “huaytayacuri”, el héroe dios con traza de mendigo”. En esa carta aparece el testimonio final acerca de la posibilidad de que este mundo fuera cambiado, de una manera sustancial y radical. Para eso, un hombre con los años que tenía Arguedas, con la formación intelectual que había adquirido, no era precisamente el tipo de personaje más adecuado. Influido por su viaje a Cuba, por lo que leía sobre Vietnam, por la nueva poesía, Arguedas escribe un poema a Túpac Amaru, inspirado en una fiesta que tuvo lugar en una barriada limeña. Quizás este sea uno de los textos, después de Todas las sangres , con más fuerte carga milenarista, con la idea de que algún día puede ocurrir un gran cambio, una transformación en este mundo, en esta sociedad, y que esa es la única carta esperanzadora que tiene el mundo andino. Arguedas quiso sellar todo esto con su suicidio. Llega a la conclusión de que él está incapacitado para vivirlo.

No es que sea la única razón por la que se suicida. El suicidio no sólo responde a preocupaciones racionales. Pero fue un factor que influyó considerablemente en él. Quizás una de las cosas más incómodas, las sublevantes y que nos interrogan más, es que la novela termina confundiéndose con la vida. Había dos cosas separadas, Arguedas como narrador y Arguedas como ser humano que tenía mujer, que no tuvo hijos, que tuvo psiquiatras. Al final, novela y vida se encuentran de una manera absolutamente irrefutable y demasiado cuestionadora para cualquier lector. El narrador, el novelista, se acaba suicidando y la historia de la novela es, en parte, la historia de los “Zorros”. Pero es en parte también, la historia de este suicidio –la novela termina con el suicidio de Arguedas- lo que confiere una autenticidad inusual a todas sus páginas.
Por eso es que algunos –Lienhard, entre otros- han querido ver en el suicidio de Arguedas algo más que un problema personal, algo más que un problema de angustia. Han querido ver la expresión de problemas mayores que han atravesado una biografía, pero que también han atravesado y atraviesan todavía a un país como el Perú.

Como decía al principio, se trata de indagar dónde está la actualidad de la obra de Arguedas. No creo que sea la respuesta cabal a la pregunta, pero, una parte de ella, sería que la actualidad de la obra de Arguedas. Está en la capacidad de compenetrarse con el país y de fundir, además, los problemas sociales y colectivos con los problemas personales.

(Versión revisada de la conferencia dictada el 10 de diciembre de 1986
en el Centro de Estudios Rurales Andinos Bartolomé de las Casas,
Colegio Andino, Cusco.)

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(*) Publicado en: DOS ENSAYOS SOBRE JOSE MARIA ARGUEDAS. FLORES GALINDO, Alberto. Lima, SUR. Casa de Estudios del Socialismo. 1992. Págs. 5 al 34. Recogemos parte de este documento por su importancia y mayor acercamiento a la vida del hombre, antropólogo y narrador José María Arguedas y especialmente conocimiento de Chimbote como lugar o escenario de su última novela El zorro de arriba y el zorro de abajo publicada póstumamente

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