Precisiones a “Arguedas
en Chimbote” (2)
Por: José Reyes Carranza
Anteriormente refutamos, de
manera documentada, los aspectos anecdóticos de Arguedas en Chimbote, de
José Gutiérrez. Ahora formulamos algunas precisiones a su contenido,
principalmente en torno a opiniones relacionadas a su militancia socialista y al calificativo
que da a Arguedas como “genuino escritor indigenista”, de clara inspiración vargasllosiana.
Arguedas: Militante socialista
Gutiérrez dice que de Arguedas
“Se puede afirmar que tenazmente se esforzó por desarrollar un socialismo
mágico, …”(p.22). Idea que refuerza al sostener que “… no es radical… busca la integración… labrando un socialismo
encantador…” (p.43). Es de señalar que éstas y otras afirmaciones por el estilo
carecen, en Arguedas en Chimbote, de
fundamentación teórica o práctica. Son gratuitas, no se sostienen sobre
nada.
La adhesión de Arguedas al
socialismo no admite dudas. Está en sus escritos y en su práctica política y
social. José María, admirador y seguidor
de José Carlos Mariátegui, fue militante del PCP y nunca postuló un socialismo mágico o
encantador. Sin embargo, tuvo discrepancias con el PCP. Una de ellas por la
cerrazón del comunismo ortodoxo oficial a considerar “el mundo de la cultura”
y el “mundo del mito” como componentes
del ideario y programa socialista, temas centrales en las novelas y ensayos
antropológicos de José María y que Mariátegui no alcanzó a estudiar en
profundidad. A principio de los 60´Arguedas se aparta del PCP, sin romper con
el socialismo, y siempre se mantuvo
abierto al entendimiento con la llamada “izquierda nacional”. Cuba,
Vietnam, las guerrillas en el Perú y Bolivia,
la muerte del mítico Che Guevara, el Mayo 68 de Paris, las revueltas
campesinas y estudiantiles en nuestro país siempre estuvieron en la primera
línea de su pensamiento y actividad política.
Habría que recordar que su novela
Todas las sangres concluye anunciando
la inminencia de un cataclismo político y social. La carta de Arguedas a Hugo
Blanco, dirigente sindical y campesino
de filiación trotskista cuando
purgaba una condena en el Cusco,
bajo cargo de haber organizado una “insurrección popular”, expresa admiración por su gesta y afirma compartir la
confianza en que se aproximaba el día de la liberación del pueblo, que
probablemente “costaría mucha sangre”. Su hermoso poema en homenaje al pueblo
de Vietnam, su admiración por la
Revolución Cubana y la gesta del Che Guevara, dan cuenta de su militancia
socialista.
Respecto a la condición que Gutiérrez confiere a Arguedas
“Como genuino escritor indigenista”, el sociólogo Alberto Flores Galindo, en
uno de sus ensayos sobre José María Arguedas, cita al crítico literario Alberto
Tauro, importante comentarista de las obras de José María, quien al referirse a
Agua, su primera obra publicada en
1935, dice que “Ella marca un cambio radical en la literatura indigenista”. Por
su parte, el crítico Julio Ortega, en su ensayo Itinerario de José María Arguedas, sostiene que el amauta, estando
en Chile, se indigna por “la domesticación social de las danzas populares, que
el consumo convierte en mero comercio”, en ese país, a la vez que se defiende de cualquier sospecha de “indigenismo simple”, no obstante que en su trabajo
como folclorista y antropólogo asume
”una aguda y urgida defensa de las expresiones creativas y las formas
culturales del mundo aborigen…”.
Veamos ahora que entendemos por indigenismo. Este es una corriente intelectual que coloca la tradición
indígena o andina como columna vertebral de la sociedad peruana, en
contraposición a hispanistas que, como Riva Agüero, ponen al centro de la
peruanidad la tradición occidental. Arguedas, en cambio, reconoce que la
expansión capitalista ha generado profundos cambios que han modificado la fisonomía del país. De allí que Flores Galindo anota que
José María tiene una visión plural del país, de “todas las sangres”, ya que “no
se trata de una nación sino de varias naciones”. Es por eso que en su novela “Los zorros”,
agrega, “Cada uno de los diversos
personajes tiene su propia definición, su propia identidad, su propia
experiencia. El nuevo mundo de Chimbote no los ha disuelto, no los ha
uniformizado, no los ha volcado a todos en el mismo patrón…”. Y es que uno de
los grandes aportes de Arguedas es
mostrarnos una nueva visión de país: pluricultural y multiétnico.
Por últimos, Vargas
Llosa, con su libro La utopía arcaica.
José María Arguedas y las ficciones del indigenismo,
se constituye en el principal abanderado de quienes achacan a José María “un
trasnochado indigenismo”, para luego cuestionarlo por “arcaico” y pasadista.
Esta acusación es falsa, como hemos visto. Siendo Vargas Llosa un intelectual
neoliberal, inteligente e
informado, consideramos que su exabrupto
sería, mas bien, producto del celo y temor
que tiene porque en el tiempo perdure el recuerdo de José María Arguedas antes
que el suyo. Sin embargo, aplaude y defiende reales arcaísmos como la utopía
sionista, que desde principios del siglo XX pugnó por la formación de un Estado
judío, en la tierra prometida al pueblo
de Jehová sobre suelo árabe palestino, y
otros como la existencia de las realezas en la culta y moderna Europa
neoliberal.
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