miércoles, 30 de mayo de 2012

Precisiones a “Arguedas en Chimbote” (2) / José Reyes Carranza


Precisiones a “Arguedas en Chimbote” (2)

Por: José Reyes Carranza

Anteriormente refutamos, de manera documentada, los aspectos anecdóticos de Arguedas en Chimbote, de José Gutiérrez. Ahora formulamos algunas precisiones a su contenido, principalmente en torno a opiniones relacionadas  a su militancia socialista y al calificativo que da a Arguedas como “genuino escritor indigenista”,  de clara inspiración vargasllosiana. 

Arguedas: Militante socialista
Gutiérrez dice que de Arguedas “Se puede afirmar que tenazmente se esforzó por desarrollar un socialismo mágico, …”(p.22). Idea que refuerza al sostener que “… no es radical… busca  la integración… labrando un socialismo encantador…” (p.43). Es de señalar que éstas y otras afirmaciones por el estilo carecen, en  Arguedas en Chimbote,  de  fundamentación teórica o práctica. Son gratuitas, no se sostienen sobre nada.
La adhesión de Arguedas al socialismo no admite dudas. Está en sus escritos y en su práctica política y social.  José María, admirador y seguidor de José Carlos Mariátegui, fue militante del PCP  y nunca postuló un socialismo mágico o encantador. Sin embargo, tuvo discrepancias con el PCP. Una de ellas por la cerrazón del comunismo ortodoxo oficial a considerar “el mundo de la cultura” y  el “mundo del mito” como componentes del ideario y programa socialista, temas centrales en las novelas y ensayos antropológicos de José María y que Mariátegui no alcanzó a estudiar en profundidad. A principio de los 60´Arguedas se aparta del PCP, sin romper con el socialismo, y siempre se mantuvo  abierto al entendimiento con la llamada “izquierda nacional”. Cuba, Vietnam, las guerrillas en el Perú y Bolivia,  la muerte del mítico Che Guevara, el Mayo 68 de Paris, las revueltas campesinas y estudiantiles en nuestro país siempre estuvieron en la primera línea de su pensamiento y actividad política.
Habría que recordar que su novela Todas las sangres concluye anunciando la inminencia de un cataclismo político y social. La carta de Arguedas a Hugo Blanco, dirigente sindical y campesino  de filiación trotskista cuando  purgaba una  condena en el Cusco, bajo cargo de haber organizado una “insurrección popular”,  expresa  admiración por su gesta y afirma compartir la confianza en que se aproximaba el día de la liberación del pueblo, que probablemente “costaría mucha sangre”. Su hermoso poema en homenaje al pueblo de Vietnam,   su admiración por la Revolución Cubana y la gesta del Che Guevara, dan cuenta de su militancia socialista.
Respecto a la condición que Gutiérrez confiere a Arguedas “Como genuino escritor indigenista”, el sociólogo Alberto Flores Galindo, en uno de sus ensayos sobre José María Arguedas, cita al crítico literario Alberto Tauro, importante comentarista de las obras de José María, quien al referirse a Agua, su primera obra publicada en 1935, dice que “Ella marca un cambio radical en la literatura indigenista”. Por su parte, el crítico Julio Ortega, en su ensayo Itinerario de José María Arguedas, sostiene que el amauta, estando en Chile, se indigna por “la domesticación social de las danzas populares, que el consumo convierte en mero comercio”, en ese país, a la vez que  se defiende  de cualquier sospecha de “indigenismo  simple”, no obstante que en su trabajo como  folclorista y antropólogo asume ”una aguda y urgida defensa de las expresiones creativas y las formas culturales del mundo aborigen…”.
Veamos ahora que entendemos por indigenismo.  Este es una  corriente intelectual que coloca la tradición indígena o andina como columna vertebral de la sociedad peruana, en contraposición a hispanistas que, como Riva Agüero, ponen al centro de la peruanidad la tradición occidental. Arguedas, en cambio, reconoce que la expansión capitalista ha generado profundos cambios  que han modificado la fisonomía   del  país. De allí que Flores Galindo anota que José María tiene una visión plural del país, de “todas las sangres”, ya que “no se trata de una nación sino de varias naciones”.  Es por eso que en su novela “Los zorros”, agrega,  “Cada uno de los diversos personajes tiene su propia definición, su propia identidad, su propia experiencia. El nuevo mundo de Chimbote no los ha disuelto, no los ha uniformizado, no los ha volcado a todos en el mismo patrón…”. Y es que uno de los grandes aportes de Arguedas  es mostrarnos una nueva visión de país: pluricultural y multiétnico.
 Por últimos, Vargas Llosa, con su libro La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo, se constituye en el principal abanderado de quienes achacan a José María “un trasnochado indigenismo”, para luego cuestionarlo por “arcaico” y pasadista. Esta acusación es falsa, como hemos visto. Siendo Vargas Llosa un intelectual neoliberal,  inteligente e informado,  consideramos que su exabrupto sería, mas bien,  producto del celo y temor que tiene porque en el tiempo perdure el recuerdo de José María Arguedas antes que el suyo. Sin embargo, aplaude y defiende reales arcaísmos como la utopía sionista, que desde principios del siglo XX pugnó por la formación de un Estado judío, en la tierra prometida al pueblo de Jehová sobre suelo árabe palestino, y  otros como la existencia de las realezas en la culta y moderna Europa neoliberal.

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