Precisiones
a “Arguedas en Chimbote” (1)
Por: José Reyes Carranza
Recientemente
he leído “Arguedas en Chimbote”, crónica testimonial cuyo autor, el periodista
José Gutiérrez Blas, presenta como un “modesto aporte a la cultura nacional”,
en el contexto de la conmemoración del centenario de su nacimiento. Confieso
que su lectura, de principio a fin, me
sorprendió y alarmó por las afirmaciones erróneas que contiene y que de ninguna
manera constituyen un aporte ni
contribuye a una cabal comprensión de la obra literaria y pensamiento
ideológico y político del amauta José María Arguedas. Veamos porque.
Arguedas
vino a Chimbote en 1967 no el 61
Gutiérrez
dice: ”hace media centuria que José María Arguedas arribó [a Chimbote], una noche del mes de
agosto de 1961” (p.25), y reafirmando la fecha añade: “Recuerdo que en la
mañana de ese día, los hermanos Yánac … una vez más, habían logrado la proeza
de escalar el Huascarán…” (p.26). Más adelante, luego de regodearse con el
suplicio al que somete a José María antes de concederle la oportunidad de
hablar con él, puesto que fue a buscarlo al diario El Faro a las 8.15 de la
noche y recién lo recibió más de dos horas después, Gutiérrez confiesa que se
sorprendió cuando éste le revela su nombre. Con “suma modestia” le habría
dicho: “Soy Arguedas”. Revelación que daría origen al siguiente diálogo:
“-¿Acaso José María Arguedas?. El famoso autor de “Todas las sangres”, “Agua”,
“Yawar fiesta”, “El Sexto”…” –¡Si señor, el mismo!...” (p. 28) habría sido la entusiasta respuesta. Agrega que: “Con natural agotamiento tras dos
semanas continuadas con el maestro… decidí buscar al recordado compositor,
narrador y poeta Pietro Luna Coraquillo para que lo siga guiando” (p.36).
Gutiérrez
cierra su testimonio afirmando que al enterarse que fue su amigo Alcides
Arguedas, hermano mayor de José María, quien lo había recomendado para
“proporcionarle lo que se había propuesto investigar… ¡Me sentí rebosante de
felicidad!, sirvió para que el amauta andahuaylino, empezara a bosquejar lo que
habría de ir escribiendo…” Termina el párrafo afirmando que su información
“sobre ciertos aspectos vivenciales patéticos de Chimbote… a la vez pudo
haberle incentivado para algunos otros trabajos literarios…” (p.38).
Respecto a
este aspecto anecdótico del texto de Gutiérrez categóricamente aclaramos que
Arguedas no vino a Chimbote “una noche del mes de agosto de 1961” para
informarse y escribir El zorro de arriba
y el zorro de abajo. Alfredo Torero, antropólogo y amigo íntimo de José
María Arguedas, ambos docentes en la Universidad Agraria La Molina, en su libro
Recogiendo los pasos de José María,
señala que “Por sugerencia hecha en carta de mayo de 1966 por su sobrina Vilma
Arguedas, que trabajaba en Chimbote,… trasladó el escenario de su futura novela
a esa ciudad …” (p.76). Como nos lo recuerda el mismo Torero: Arguedas,
pensando en Supe, tranquila caleta en la que desde 1943 pasaba vacaciones,
había concebido “desde 1966, las líneas generales de una novela sobre la
tremenda transformación de ese rincón costeño, novela que inicialmente
preintituló “Harina Mundo” (Julio Ortega acota al respecto que luego la llamó
“Pez grande”), antes que inspirado en Hombres
y dioses de Huarochiri asumiera el título final de su última novela.
A raíz de la carta de Vilma es que Arguedas
“Viajó a Chimbote desde enero de l967” (p.76), sorprendiéndose por la
extraordinaria oleada migratorio de los andes a la costa y por el caos
económico y social que el rapaz sistema de producción capitalista produjo en
Chimbote. Estudiosos como Alberto Flores
Galindo, Julio Ortega, Gonzalo
Portocarrero, Carmen María Pinilla, William Rowe , entre otros, además de las
cartas mismas de Arguedas, confirman que el año 1967 marca el inicio de sus
visitas a Chimbote. La última habría sido a principios de 1968, año en que
empezó a escribir su renombrada novela. Entonces tenemos que el jolgorio de
Gutiérrez carece de fundamento.
Si Gutiérrez
consideró trascendente, histórico, su encuentro con Arguedas en agosto de 1961 nos
preguntamos: ¿ Por qué no publicó absolutamente
nada en el diario El Faro ni en El Comercio, del cual fue corresponsal? y ¿Por qué tampoco lo hicieron los periodistas
del diario local que, a decir de Gutiérrez, se arremolinaron alrededor de
Arguedas cuando regresó a El Faro, la mañana del día siguiente, para iniciar su
investigación en Chimbote?
De otro lado,
si en 1961, como dice Gutiérrez, Arguedas habría admitido la autoría de su
novela Todas las Sangres estaríamos ante un insólito caso de videncia
simultánea, puesto que dicha novela recién fue publicada el año 1964, es decir,
tres años después del supuesto encuentro que comentamos. Tampoco es real que
ese año buscó “al recordado compositor” Pietro Luna, para que siga guiando a
Arguedas, por la sencilla razón que Pietro, el año 1961, todavía no era “el
recordado compositor…”, pues a la sazón tendría 17 ó 18 años de edad y,
probablemente, recién habría estado terminando estudios secundarios. Finalmente,
aclaramos que tampoco es cierto que los hermanos Yánac hayan escalado el
Huascarán en agosto de 1961, pues el ascenso a la cima sur la hicieron el 3 de
agosto de 1954; en tanto que el año anterior escalaron la cima norte que es la más baja.
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