martes, 29 de noviembre de 2011
jueves, 10 de noviembre de 2011
Documental sobre Arguedas cierra Feria del Libro de Nuevo Chimbote
Con el documental "Hermano compañero, hermano de sangre" se cierra
mañana viernes el ciclo de cine social , que difundieron en alianza
CECOPROS y el Centro Cultural Centenario en la V Feria del Libro de
Nuevo Chimbote “Más libros… más libres”. La proyección se realizará a
las 5:30 p.m. en el auditorio central de la feria. Esta tarde, se
proyectará "Yawar Fiesta". El ingreso es libre
FICHA TÉCNICA
Documental "Hermano compañero, hermano de sangre"
Dirección: Rómulo Franco
País: Perú
Duración: 60 min.
Género: Documental
Idioma: Español
Sinopsis: Documental que muestra mediante entrevistas, los últimos días de José María Arguedas y los hechos ocurridos después de su suicidio.
País: Perú
Duración: 60 min.
Género: Documental
Idioma: Español
Sinopsis: Documental que muestra mediante entrevistas, los últimos días de José María Arguedas y los hechos ocurridos después de su suicidio.
Recoge
los puntos de vista de estudiosos y personas allegadas a Arguedas, como
Sybila Arredondo (en los escenarios de la Universidad Católica de Chile
donde se frecuentaron); el sacerdote Enrique Camacho, personaje central
de “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, e Hildebrando Ibáñez,
compañero de Arguedas en el colegio Miguel Grau de Abancay.
Todo
este material es producto de las pacientes investigaciones realizadas
desde el Archivo José María Arguedas de la Biblioteca Central de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, dirigido por Carmen María
Pinilla.
JOSE MARIA ARGUEDAS CONOCIENDO CHIMBOTE DEL SESENTA ESCENARIO DE “EL ZORRO DE ARRIBA Y EL ZORRO DE ABAJO” / Fernando Bazán Blass
Fernando Bazán Blass
JOSE MARIA ARGUEDAS CONOCIENDO CHIMBOTE DEL SESENTA ESCENARIO DE “EL ZORRO DE ARRIBA Y EL ZORRO DE ABAJO”
José María Arguedas ambientó su novela “El zorro de arriba y el zorro de abajo” en Chimbote, durante la década de los años sesenta, con vigor, del
67 al 69. Por asuntos de su cargo como etnólogo[1] Arguedas llegaba una
y otra vez, sólo o en compañía de Sibila Arredondo, su esposa y, de
pasada, también aprovechaba
para visitar a su hermano
mayor Arístides, conocido por acá como
el Prof. Arguedas del colegio San Pedro.
Su quehacer como antropólogo y
etnólogo, tuvo que ver mucho con su
trabajo literario, el estudio del
folklor peruano, en particular de la música andina, le haría frecuentar este Puerto. Un lugar en el que se le podía encontrar con
seguridad, cuando llegaba, era el Coliseo Chimbote[2]
(Pasaje Coliseo), donde todos los domingos se
presentaban desfiles folklóricos con la participación de connotados
cantantes ancashinos como la Pastorita Huaracina,
la Princesita de Yungay, el Jilguero del Huascarán y muchos otros, con los cuales sostuvo amistad útil a sus propósitos.
Cientos de provincianos llenaban las
tribunas de tablas en este Coliseo del Sr. Romero; las bandas de música con
trompetas, violines, arpas, guitarras y acordeones, echaban al aire melodías
andinas que se escuchaban a varias cuadras a la redonda. Más
que espectáculo, era una fiesta que no se la perdían los de “arriba”, paisanos
y paisanas residentes en Chimbote.
Chimbote, era un conglomerado de personas de
diferentes razas y sangres. Andaban por
el puerto españoles de Vigo, la Coruña y
otros puertos vascos, allí estaban Juan Vásquez, Generoso Pazos, José Castro,
Bienvenido Alonso, Celestino Garrido, entre otros, ras sus lanchas, llegaron
con las artes de pesca de boliche para
desplazar la red de cortina, con ellos
llega también el leguaje grosero y
peyorativo, el ¡Me cago en Dios!,
¡Ostias!, ¡María santísima!, ¡Coño!,
propio de estos rudos marinos del Cantábrico que muy pronto asimilarían
los serranos de abordo cuando asumían de patrones gritando las mismas palabras
o frases a sus compañeros de cubierta en las faenas de pesca. Los vascos se
reunían en la heladería Venecia o el
bar Bacigalupo en la tercera de
Bolognesi. Este último era un loquerío de gallegos tomado vino a partir de las
cinco de la tarde.
Había y hay en Chimbote, chinos, muchos
chinos, descendientes de añejos agricultores
del siglo XIX, libres de contratos, salían de
las haciendas de Palo Seco o Tabón, mencionamos solo dos, pero había
muchas en Santa y Casma; otros chinos encajados por Moro, Nepeña, Santa,
Tamboreal. Algunos, prósperos
empresarios en chifas, hoteles y
negocios mercantiles; nombrarlos
llevaría tiempo, basta con saber que eran dueños de varias manzanas del casco
urbano y que de su local Wha Yoi, en la
sexta de Pardo, todos los años salen a la calle, dragones para celebrar su año nuevo.
Japoneses en peluquerías, joyerías y relojerías que
recién asomaban la cara después de la
requisa que hizo los Estados Unidos a
estos hijos del Sol Naciente en la
Segunda Guerra Mundial, recordemos que tenían acá hasta escuela privada con
profesores japoneses para sus hijos;
Rodríguez Sawao era un comerciante de primer nivel, El Sr.
Mochizaki, un japonés muy preparado,
ambos fueron a parar a los centros de
concentración de Texas. Los nipones le habían echado el ojo a la estratégica bahía de Chimbote antes de la guerra del Pacífico.
Teníamos negros
aceitunas, zambos, mulatos y cuarterones zambo chinos, descendientes de
esclavos de los palenques de San José de la Pampa y Motocachi en el valle de Nepeña, ahora convertidos
en pescadores bien chantados con
camisa a colores, pantalón y zapatos
blancos en la tienda de la esquina de Narváez en el puerto de Samanco, como también, en la segunda cuadra de la avenida Aviación
en Chimbote, Eloy Díaz, Ángel Bonifaz y Cutico Lobato avivando en el estadio a
su querido “América” de Samanco; en
Balta estaban Nico y Chemo Ruiz,
excelentes jugadores de fútbol.
Una
encuesta realizada a fines 1968 en 43
barrios marginales[3], sobre
28, 382 familias, demostró que 10,566 procedían del interior de Ancash (37.22%); 8,996 de La Libertad (31.69 %); 2,144 de
Cajamarca (7.55 %) [4]
. El 76.46 % de la población
total era proveniente de la sierra colindante, la diferencia de 23.54 %, provenía del resto
del país. Población estimada
en 141,910 habitantes sin contar
las 42 manzanas urbanas del plano de Meiggs, con las cuales, consideramos, llegaría a 170,000 habitantes incluyendo los
“chimboteros” de Huanchaquito. Esta era
la base etno-demográfica de
Chimbote que Arguedas tenía en su
agenda.
El
desplazamiento de la población a la Costa no era un tema exclusivo de Chimbote,
lo era también de Lima y las ciudades más importantes, pero acá se daba la
opción laboral y la facilidad para bajar por el ferrocarril por 5.00 soles sin mayor problema desde las
serranías de Cajabamba, Bambamarca, Huamachuco, Santiago de Chuco, Pomabamba,
Sihuas, Piscobamba, Pataz, etc. Los terminales de Huallanca, La Galgada y
Quirós y las estaciones intermedias de
Yungaypampa y Yuramarca al pie de la
línea férrea llenaban a diario los vagones del tren con decenas de
hombres, amontonándolos a las seis de
la tarde al pie de la estación de Chimbote, de allí partían en busca del paisano que se hallaba en un
lote invadido en el barrio de Acero, la Esperanza Baja o el cerro San
Pedro, por poner tres ejemplos. Esta avalancha de zorros, zorras y zorritos de arriba, sin precedentes en la historia del
país, al día siguiente, dejaba en el papel cualquier planificación
mediática, sea urbana, educativa, de salud, etc.
El arco iris gubernativo cargaba nubes borrascosas, con golpes y contragolpes de estado, cinco
presidentes se apuntaron en la década.
Antes de culminar su mandato Manuel Prado en 1962 el general Ricardo
Pérez Godoy lo derrocó para no dejar
ingresar a Haya de la Torre que había ganado las elecciones, anunciando convocar a nuevos comicios, pero como no daba
señales de tal propósito el general Nicolás Lindley lo sacó del sillón convocando a
consulta popular en 1963, ganó Fernando
Belaunde Terry que gobernó hasta el
3 de octubre de 1968 -fue el más largo-
siendo echado de Palacio por Juan Velasco aduciendo un mal contrato con
la IPC de Talara
En lo internacional, el asesinato del presidente Kennedy en 1963
conmocionó al mundo, la Alianza para el Progreso cocinada en Punta del Este trajo a los jóvenes del Cuerpo de Paz destacados en
las barriadas como verbigracia, en Alto Perú,
haciendo obras comunales, tenían
su centro de operaciones en la oficina de “INFER”, en la quinta cuadra de
Carlos de los Heros, en la casa de Manuel Pinedo Cáceres.
En 1965 todo el país se
estremecía con la noticia del movimiento
guerrillero de Luis de la Puente Uceda (Lobatón,
Palacios, Fernández Gasco y otros), este grupo armado fue diezmado por las
Fuerzas Armadas en el gobierno de Belaunde Terry, en Mesa Pelada (Cusco). La revolución cubana y el efecto Che Guevara
con su muerte en 1967 coparon la
atención general de la juventud en
América Latina.
Por el lado religioso, los curas dominicos llegaron desde los Estados
Unidos casi junto con la Prelatura
Nullius y Carlos Santiago Burke en 1963
estableciéndose en la iglesia San Pedro. Arguedas diría a propósito:
“los curas gringos”
En el primer lustro del decenio los sacerdotes Lino Dolan[5],
Enrique Camacho, Héctor Herrera, Miguel Mulet,
etc. “los curas comunistas”, tomaron con empeño la Encíclica Vaticano
II, la Conferencia de Medellín y después
los Documentos de Puebla, entraron a
practicar una doctrina social cristiana dejando huella en Chimbote.
Arguedas conoció al
padre Enrique Camacho, quien conversó bastante sobre su visión de “estos curas gringos”, Camacho
le invitó a hospedarse en su casa
de Santo Domingo (Iglesia San Pedro), que aceptó, aquí examinó el ideario de estos jóvenes dominicos que le daría más de una reflexión.
Cuenta el padre Otárola: En 1963 nos visitó el
Mons. Rómulo Carbone, yo era el único “cholito”, de la Iglesia, todos los demás eran
blancos. Carbone no estaba muy de agrado
con nuestra forma de actuar, me tuve que
ir a la playa a llorar”.
“En Chimbote se
hallaba el Grupo de la zona Norte, los sacerdotes sacamos el folleto “Pido la palabra”. Teníamos
un mimeógrafo escondido en La
Esperanza Baja donde sacábamos los volantes. A nivel nacional nos conocían como
grupo ONIS cuya formación estaba en Vaticano II”. “En 1974 nos reuníamos con sindicalistas en secreto
para darles adoctrinamiento cristiano. Nos juntábamos con los grupos en conflicto y sacábamos comunicados en apoyo a los sindicatos en sus huelgas más
importantes como la huelga siderúrgica de 1977”. “El padre Gustavo Gutiérrez en
1965 dio su primera conferencia sobre Teología de la Liberación en Laderas del
Norte, en la iglesia de San José Obrero.[6]
Estos curas fundarían
Cincos, Cecopros, la Comisión de Justicia Social, etc. Se dieron los célebres Cursillos de Cristiandad.
La Iglesia católica
cumplió un rol trascendente en la década, además de lo expresado, la
educación fue de su mayor interés. Por algo llegó el cardenal
Cushin a Lima, famoso por su libro “100
preguntas y respuestas sobre el comunismo”,
y monseñor Carbone a Chimbote, el cardenal Landázuri vino al iniciarse
la Escuela Normal Superior de Chimbote
de la Universidad Católica del
Perú.
En la atmósfera
política
local ardía Troya, el Partido Aprista Peruano
salido de la clandestinidad en 1956 se dedicó a organizar sindicatos y
constituye la Unión Sindical Provincial
de Santa con Víctor Galarreta, Julio Esquerre, Alejandro Martorela, Alfonso
Trujillo, Jorge Noriega, Segundo Baltodano; seguidos de Lorgio Baltodano (hijo)
en el 62 , el marxismo leninismo pensamiento
Mao agitaba las olas contra el APRA, Velasco fue
desplazando y cortando cabezas; pero las “contradicciones en el seno del
pueblo” entre dirigencias marxistas que operaban en
Chimbote digitadas desde Lima, ponían en el purgatorio arguediano a los Apao,
Hochimín, Cortez, etc, en Siderperú;
Franco Baca, Máximo González, Wálter de la Riva, Gil Farías, etc.
en el Sindicato de Pescadores, pugnaban por el manejo político. Esta
división de los sindicalistas
atormentaba al escritor. Fue y es también el impedimento para que
los camaradas, hoy por hoy,
desesperados, traten de generar un ícono paradigmático que asuma el lugar de
Mariátegui. Arguedas rechazaba el sectarismo político.
Gobernaba
la ciudad y la provincia el alcalde aprista Guillermo Balcázar
Rioja elegido en 1964 y reelegido hasta 1969. En el Gobierno
de Belaunde fue aprobado en el Congreso, por iniciativa de la
coalición APRA-UNO, la Ley Chimbote en 1965 que imponía un porcentaje a
las exportaciones de la harina de pescado, con cuyos fondos se asfaltó el casco
urbano en 1966 y se prolongó la Av. Pardo. La Ley de la Semana Cívica de
Chimbote fue dada en 1967, los diputados Alberto Romero Leguía por el APRA y
Humberto Hoyos Semería por la UNO fueron los que presentaron los
proyectos de estas leyes.
En esta década
Belaunde Terry inauguró el Hospital
Obrero (1963), también se hicieron las urbanizaciones para vivienda de los siderúrgicos en Laderas del Norte y Los Pinos, viviendas
residenciales para funcionarios en la zona de la Caleta,
resaltando el contraste con las barriadas marginales que día a día crecían en
la periferia
Hablemos de Siderperú. La industria
siderúrgica inaugurada el 21 de abril de 1958 con la hidroeléctrica del
Cañón del Pato por el Presidente
Manuel Prado, tuvo su primer conflicto
obrero patronal en 1960, la huelga en defensa
del aumento automático por el costo de vida,
ocasionaría una masacre policial en el puente Gálvez el 14 junio de ese
año siniestro, cayeron abatidos tres pescadores y un hotelero, los cuatro
cadáveres se velaron en la plaza de armas. Su entierro fue una mar de gente que
llenó las calles. [7]
Otra huelga en 1967, dejó como saldo la
muerte del dirigente siderúrgico Jorge Espinola
después de semanas de inconsciencia en el hospital Obrero, trasladado a Lima. El periodista José Pascual
Bueno y la Tía Sara como amuleto
caldeaban la temperatura de las asambleas previas a las marchas.
Los trabajadores de
Sider Perú eran los que ganaban mejor, no estaban afectos a inflaciones porque
cada año nivelaban sus salarios, esta
conquista fue de dirigentes apristas. Los precios de los artículos que venían
de afuera se marcaban por la oferta de los que tenían plata, los siderúrgicos
que podían pagar, en tanto que los demás,
ganaban menos de la mitad de lo que ganaba un siderúrgico. El sindicato
de Sider Perú era el más fuerte de Chimbote, tenía economía suficiente para
hacer huelgas.
En
esta década, las organizaciones sindicales tenían su matriz en la Unión
Sindical Provincial del Santa con Lorgio Baltodano como secretario general.
La pesca
En 1960, el Sindicato de
Pescadores de Chimbote y Anexos con
su Secretario General aprista Teodoro
Huanca, consiguió el Fondo de Previsión
y Asistencia Social del Pescador, Entre
octubre y diciembre de 1962 se
organizó la Federación de Pescadores del Perú en las Convenciones de Supe y el Callao unificando la defensa sindical.
En 1965, con Simón Obeso, aprista
también, como dirigente se obtiene la
creación de la Caja de Beneficios Sociales del Pescador [8] que debería cubrir la jubilación
sobre la base del record de pesca.
En el primer tramo de la década
los sindicatos eran apristas, en el segundo, comunistas cobijados bajo el ala
de Velasco.
En varias
oportunidades Arguedas visitó a los
pescadores en su local sindical del
malecón Grau, llegaba en su viejo Ford 60. [9] Conoció a algunos dirigentes cuando en 1965
éstos viajaron a Lima en busca de la
solución del conflicto con la Sociedad de Pesquería para el reconocimiento de
sus derechos laborales. Máximo González Jorge Palacios, Franco Baca, Gil
Farías, Desiderio Meza hicieron amistad
con José María Arguedas quien también tomó contacto con el grupo no
comunista como “Palo de Buque”
Rivasplata, “El Loco Maquiavelo”, “Chimbote” Ortiz de Villate y muchos otros,
todos pescadores de lucha desde la huelga del 56.
Arguedas
solía tomar té en
la heladería Venecia, visitó
domicilios de patrones, conoció a
varios pescadores. Alguna vez escuchó las asambleas. Como
dijimos líneas arriba, a Arguedas le molestaba las discrepancias políticas que
envolvía a los dirigentes de una u otra facción que pugnaban por el control de
este importante sindicato. Las asambleas eran candentes, con puñetes y
silletazos, se peleaba para hacer uso de la palabra, había mucha gente
infiltrada o pagada para ganar acuerdos o hacer prevalecer tal o cual iniciativa de los armadores pesqueros.
La anchoveta inicialmente se pescaba con lanchas de 30 o 40 toneladas en la bocana
Grande o frente al Dorado, Samanco o la Mar Brava por arriba era lo más alejado;
La cola de Santa hasta Chao por abajo,
a dos o tres horas de viaje a 8 o 10 nudos, se salía hasta el día sábado, al
inicio del sesenta las embarcaciones no pasaban de sesenta o setenta toneladas.
Cada semana llegaban más y mejores, ya
eran de 90, 120,
hasta 250 toneladas. Del chinguillo se pasó al absorbente de manguera;
de la pluma y el estrobo al macaco. Se
amplió la zona de pesca frente a Corcovado, La Viuda y Guañape por abajo;
Casma, Mongón y Playa Grande por arriba; para afuera,
tenían mar abierto hasta las doscientas millas. Las embarcaciones con
aparatos de ecosonda, radar, sonar, y radio, con redes de trescientas brazadas,
calaban en zonas más alejadas, pero regresaban cargadas.
Para diciembre de 1969, en que
murió Arguedas, salían a pescar 1000 embarcaciones, cada una con 12 o
14 tripulantes, eran 14,000 jefes de familia que se encomendaban a Dios cada
madrugada al salir de la bocana.[10] Es cuando el barco se mueve y no se puede
estar vertical.
19 fábricas, en Miramar la Fakiu, El Sol, Malesa, en la zona de la
Florida en Chimbote, Neptuno, Milagro, Exportadora, Santa Martha, Pralsa,
Pescamar, Meilán, Productos del Mar, Humboldt, etc. Algunas en el 27 de Octubre, todas echaban humo las 24
horas del día, Chimbote se había
convertido en el primer puerto pesquero del mundo.
Luís Banchero Rossi, era “el hombre”, símbolo del industrial de la pesca, había acaparado
el mercado extranjero, todos tenían que pasar por la organización exportadora
que él manejaba. En 1970 se había llegado a capturar 12’000,000 de toneladas de
anchoveta contra 3’313.137 de 1960.[11].
Anchoveta, plata y desorden total.
Pero todo no era angustia, abordo, en el viaje hacia la zona de pesca, de madrugada, empezaba la conversa radial de estos
zorros que iban despiertos acompañando al Patrón o al hombre que iba en la “caña”. Para
entonces, todos los barcos ya tenían
radio y se comunicaban con su base o entre ellas. Los receptores sintonizaban: “Pralsa 1, Pralsa 1, acá llamando de la base a Pralsa
1,… ¡Pralsa 1! contestando a base, dimeee pué…, ¡; Ok… por dónde te encuentras,
cambio! ; ¡acá, acá, voy bajando con la lanchada en 270, hora y
media afuera de Guañape, cambio; comprendido, comprendido, cambio y afuera.
Entre zorros sacaban las anécdotas de
las casas “malas”, los secretos personales, todo era divulgado por radio, todo
salía a la luz, total, nadie sabía quien estaba al otro lado contestando el
micrófono, ¡Qué bonito lunar tiene tu mujer en la nalga derecha cachudo! La
respuesta no se hacía esperar, con más
ajos, pimienta y cominos, que casi
siempre terminaba con un ¡Ándate a la c..d..t..m..! Se movía
la perilla y se escuchaba a otro
que cantaba una ranchera de Aceves Mejía esmerándose en la voz aguda y cuando
terminaba el falsete, este público
invisible contestaba por radio ¡Cántate otra¡ ¡Cántate otra¡ tá bonito carajo, cambio, y el aludido
volvía a cantar; el viaje se hacía divertido hasta llegar a la zona de pesca.
La navegación era larga, tediosa y peligrosa, sobre todo de regreso.
Es de saber que el barco cuando
navega cargado, el agua se pasea por la
cubierta y vuelve a salir, la nave lleva la bodega bajo el nivel del agua; se
requería de mucha vigilancia por parte
del patrón, porque muchas veces regresaban de noche y algún tripulante podía salir
dormitado a hacer sus necesidades,
se prendía de la tapa de regala con el culo fuera de
borda. José María se “ganó” el
“visté” en vivo y en directo, salió a
pescar para conocer la vida de abordo, se embarcó una o dos veces, no aguantó más.
Salió con Chiroca, Mamani y quizás con
Meza, “no lo tengo seguro” dice Jorge
Palacios.
El muelle del Sindicato
Pesquero, antes llamado Gildemeister, donde fondean
las embarcaciones pesqueras, estaba
equipado con cuatro casetas, una para dar agua a las embarcaciones
y 3
para bombear la descarga de anchoveta a las tolvas y pozas de la
entrada, Los volquete salían cargados, cruzaban la ciudad con calles anchas y sin asfalto que
se llenaban de polvo a su paso, no se
podía andar con “ropa de calle”, como ahora;
al caminar, había que cubrirse la
cara con las manos para no respirar el polvo que levantaban estos volquetes y otros vehículos al pasar, escurriendo sanguaza y derramando pescado
en cada bache del camino que los había por miles. No era uno, no eran dos, era una flota que
iban y venían.
A fin de semana aparecía
el dinero a la hora del pago, los
sábados, las mesas de bares y cantinas con “la
gente” sentada alrededor, adelantando unas cervezas esperaban al patrón que llegue con el sobre grande o
bolsa de billetes; mientras el pagador, que era el tripulante que sabía
escribir y apenas las cuatro operaciones tenía lista la relación de los que
habían salido a pescar esa semana y cuánto le tocaba del tonelaje hasta el
jueves; viernes y sábado quedaba adentro para la otra semana.
Unos se retiraban al
recibir a la mano su dinero, sin sobre,
sin firma, solo con un hasta luego,
pedían su cuenta y dejaban pagadas
seis cervezas para la mesa, otros
continuaban hasta el final, las “chelas” entraban como agua en la garganta de un pescador. Las
radiolas o pickups a todo volumen, trinaban las primas de guitarra con los
boleros en la garganta de Lucho
Barrios Marabú, Donde estás Yolanda;
de Pedrito Otiniano Hay cariño, Cinco
centavitos; Amor incomparable,
Albricias, Aceptaré en la voz de Ana Melba; Linda sobedia, Preparen candela, Baja y tapa la olla en la
guitarra de los Compadres cubanos; o Moliendo café de Xiomara Alfaro con el
arpa de Hugo Blanco, era la música de cantina;
ningún huayno o marinera, el zorro de arriba, todo “vivo como el zorro
del cuento”, disimulaba, no sabía ni quería escuchar huaino
aunque hubiera en el menú,
tenía vergüenza decir de donde era, prefería
callar y pedir más cerveza,
hablar en jerga chalaca con los “vivos” de Puerto Nuevo,
Corongo o los Barracones, aunque tenga que decir “el huincha por el huinche”, “las rides por las redes” conversando
sobre la última cala de la semana o la más riesgosa. En este campo, había para rato,
tomaban hasta que cerraba la noche y como la querían seguir iban a los lugares del espectáculo
nocturno.
Se llenaban de plata
el “Pídete la otra”, “La docena de
trece”, “El parral”, el “Gato negro”
y muchos bares a lo largo de las
calles. Los lupanares conocidos
como La Casa Rosada” y la “Casa Blanca”,
del Sr. Farro estaban repletos,
funcionaban desde las 4.00 pm.,
siempre vecinos, desde el Jr.
Olaya, de donde se trasladaron al “Trapecio Izquierdo”, allí, a partir de
las doce hacían salón, con orquesta,
muchas mujeres venían a “trabajar” a Chimbote. Cuando el Tuerto Chiroca
llegaba, se cerraba el prostíbulo, el pagaba todo y las chicas atenderían a su
gente.
Funcionaron
las boites “Mickey Mouse”, “Ritz”, “Saoco”, “Caribe”, etc., tenían las puertas abiertas a
partir de las diez de la noche. Para los
armadores, estaba la “Balsa” en el hotel Chimú, la
farándula terminaba amaneciendo el día. Se llenaban a pesar de que se tenía que pagar
la entrada y los tragos costaban fuerte, así con toda la borrachera encima
retornaban a su rancho en alguna barriada de Chimbote
Estos
zorros que llegaron a Chimbote no eran
todos indios de hacienda, no eran de Ayacucho o Huanta, eran de la
sierra ancashina, liberteña, o cajamarquina;
de arriba bajaron libres y por su cuenta, solos se dejaron caer, no eran
como los que traía el Sr. Gallarday para las haciendas de Tambo Real en la época de campaña, querían ir a la Costa,
era la “onda” de la época. Muchos ni siquiera hablaban quechua, hablaban la
lengua culle de Pallasca y Santiago de Chuco, desde sus ancestros y español
desde la Colonia.
Los primeros profesores titulados que
llegaron en esta década del 60 a Chimbote, eran egresados de la Normal de Tingua.
En Yungay, formados al rigor conservador y educación cívica que impartía el
instructor militar Mauro Bazán, huandovalino, naturales de Carás, Carhuaz,
Yungay, Huaraz, estudiantes del Callejón de Huaylas, a cargo de los niños de
Chimbote, aculturados con terno y corbata,
que cepillaron el mestizaje formando al chimbotano y al chimbotero
ancashino, desde los 40, allí estaban el coronguino Nicolás Arias Luna o el
cabanista Lucio Pereira o Sifuentes Matienzo, o Rosales, que con el maestro Isaac
Estrada y la profesora Rosa Planas y la Srta. Bermúdez, jalaron orejas en la década del 50. ¿De dónde fue el Dr. Lucio Tito Soria, paradigma
del Colegio San Pedro?, de Huaraz; ¿de dónde fueron los profesores de primaria
Eneas Sarmiento, Oscar Chávez, Manuel Pinedo?, fueron de Huaylas, Yungay y
Celendín; de dónde don Lucio Pereyra y su escuela Montessori?, de Cabana, casi todos los maestros fueron serranos que utilizaron primero la palmeta y
después el látigo.
El zorro
Alberto Romero Leguía, diputado; los
jueces Oswaldo Bustos o Alfonso
Mauthino, Rogelio Yon Goin las autoridades ediles y hasta el obispo Bambarén, y
políticos como Pércovich, zorros con toga, levita o sotana provenientes del
Callejón de Huaylas. Estos si que fueron zorros serranos de Ancash de ese
período del sesenta los que manejaron Chimbote y continúan manejando hasta
desde Huaraz.
“Aquellos que no
conocieron el Chimbote de los 60-70 podrán comprender que ese era un escenario
inigualable para mentes sensibles como Arguedas. Nunca todas las sangres
compartieron tan pequeño espacio, y nunca fue más fácil aprender caminando por
sus calles”. [12]. Ese es José María Arguedas y este soy un producto chimbotano.
[1] (Jefe del Instituto de Estudios Etnológicos del Museo de la Cultura
Peruana hasta 1963, Director del Museo
Nacional de Historia hasta 1966, Secretario del Comité
Latino Americano del Folklore)
[2]
Santax 9
[3] Escuela
Normal de la Universidad Católica en Chimbote.
4 Algunos
Problemas de Salud en Chimbote; Tesis de Raymundo Velásquez Sifuentes; Escuela
Normal Marianista de Chimbote; 1968. Universidad Católica del Perú.
[5] Ver n Google Lino Dolan
[6] Entrevista al padre Bertino Otárola.
[7] Así nacimos, Gil Farías Mogollón
[8] La Pesca y la caja, en la historia de
las crisis y la quiebra; por Remigio Zúñiga, Sin editorial.
[9] Entrevista a Jorge Palacios
[10] Fue el número d embarcaciones que
Velasco incautó cuando creó Pesca Perú.
[11] Dirección Regional de Pesquería,
Revista Altamar, N°13, pág. 32.
[12] Jorge Bazán Guzmán.
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